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El que llama paga


Publicado el 03/10/2004 a las 22:00

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Desde hace ya varios meses se busca adoptar la modalidad “El que llama paga” para las
conferencias telefónicas de larga distancia nacional e internacional, y con destino a teléfonos
celulares. Sin embargo, las diferencias entre autoridades y hacia el interior de la industria
parecen dificultarlo

La introducción de la modalidad “El que llama paga” para la telefonía móvil, a mediados de 1999,
resultó ser el gran detonador de esta industria y un enorme beneficio para el consumidor. De
hecho, recuérdese que el número de teléfonos celulares no rebasaba, en aquel entonces, los
cuatro millones de aparatos mientras que, ahora y según información oficial, se ha superado ya la
meta de 40 millones de usuarios.

En ese orden de ideas, mucho se ha hablado, en los últimos meses, sobre la posibilidad de que
esa modalidad, “El que llama paga”, se adopte para llamadas provenientes del exterior, tanto a
nivel nacional como internacional.

Quien tiene un teléfono celular no paga hoy por recibir llamadas si la conferencia se hace dentro
de la misma área local (o ciudad pues). Empero, si la llamada proviene de una ciudad diferente de
la del titular del teléfono móvil, éste paga los minutos aire mientras que el que la realiza paga por
el acceso (servicio medido) y, además, por el servicio de larga distancia.

De lo que se trata pues con la iniciativa que ha emprendido la SCT a partir del proyecto de
modificación de las Reglas del Servicio de Larga Distancia emitido por la Cofetel, es de eliminar el
cargo al usuario de telefonía móvil cuando reciba llamadas del exterior pero, eso sí, siempre que
no se encuentre fuera de su ciudad o área de servicio local.

Así, con la propuesta en comento, un usuario de telefonía celular podría recibir cualquier llamada
desde cualquier ciudad de nuestro país o de otra parte del mundo sin pagar absolutamente nada
por ello. Vamos, es un poco lo que ocurre con la telefonía fija de nuestras casas. Nunca se paga
por recibir llamadas independientemente de su origen.

Empero, si el mismo usuario se traslada a una ciudad diferente a aquella en la que tiene
contratado el servicio de telefonía celular, deberá seguir pagando tanto los minutos-aire que
comprendan la conferencia así como el roaming o esquema de “visitante abonado”, es decir, el
tramo que comprendió salir de su ciudad y entrar al área de cobertura de otra.

Al igual que ocurrió cuando se introdujo la modalidad “el que llama paga” para llamadas locales,
hace seis años, ahora las posiciones al interior de la industria están encontradas y en franca
contradicción sobre los beneficios y la pertinencia de adoptar esa modalidad a nivel nacional e
internacional.

Grupo Iusacell, por ejemplo, insiste (mediante escrito del pasado 31 de mayo) ante la Comisión
Federal de Mejora Regulatoria (Cofemer) que bien dirige el abogado Carlos García Fernández,
sobre las bondades del esquema y la supuesta inconsistencia de los argumentos de sus
opositores. En cambio, ante la misma autoridad pero con fecha 27 de mayo, los representantes de
Axtel, Avantel, Alestra y Marcatel de plano solicitan que se revoque la excepción de la moratoria
regulatoria para el anteproyecto de “El que llama paga en larga distancia” pues, a su decir, no han
sido satisfechas ni las inquietudes de las compañías de telefonía local y de larga distancia ni,
mucho menos, los cuestionamientos emitidos por la Comisión Federal de Competencia y
comprendidos en el dictamen de la propia Cofemer de fecha 27 de abril pasado y dirigido a la
SCT.

No cabe duda de que para el usuario de telefonía móvil los beneficios de adoptar la modalidad
“El que llama paga” serían notorios e inmediatos, tal y como ocurrió cuando se introdujo a nivel
local, en 1999. Empero, mientras no se atiendan las inquietudes oficiales de la CFC y de la otra
parte de la industria, este nuevo capítulo de diferendos al interior del sector telecomunicaciones
difícilmente podrá permitir que el proyecto cristalice.

La amnesia
Pronto olvidó Santiago Creel los hechos de la historia política reciente de México. Al menos ello
parece a partir de las entrevistas concedidas tan pronto dejó la Secretaría de Gobernación y
oficializó su aspiración, por todos conocida, de buscar la candidatura del PAN para la Presidencia
de la República. Por una parte, Creel dijo que él formó parte “del primer gobierno democrático de
México”. Y entonces uno se pregunta: ¿de veras fue así? ¿alguien cuestiona acaso la legalidad del
triunfo democrático de Ernesto Zedillo en 1994? ¿no confundirá Santiago alternancia con
democracia?

Luego, nos dice que en lo que va de la gestión de Vicente Fox el Congreso de la Unión ha
aprobado 400 nuevas leyes. Así lo dijo al aire, quizá pensando en que la frase sería una más de
sus ocurrencias sin consecuencias. No se ven, por ningún lado. Pudieron haberse dado puntos de
acuerdo, dictámenes e incluso decretos. Pero de ahí a afirmar que son 400 noveles
ordenamientos los que inundan al sistema jurídico mexicano es un exceso y una etiqueta triunfal
que no merece en su expediente.

Y, por si fuera poco, anhela el aspirante a la primera magistratura a trabajar por un país de leyes,
de acuerdos, de “mano firme” (gracias por el comercial, por cierto), como si no hubiera ya tenido la
oportunidad de hacerlo, de demostrarlo, de comprobarlo y de presumirlo.

Abascal
Contra todos los pronósticos, Carlos Abascal resultó ser un buen secretario del Trabajo. El
egresado de la Escuela Libre de Derecho es, además, un hombre bien intencionado. Ahora, el
presidente Fox decidió llevarlo a Bucareli. Una apuesta audaz y, por ende, arriesgada. No vaya a
ser que nuestro primer mandatario se quede como “el perro de las dos tortas”: sin un buen
secretario del Trabajo y con otro mal secretario de Gobernación.

Artículo publicado en el Periódico El Universal